Hide And Seek (Escondite)
One man Hide and Seek:
No hace mucho que me pasó... estoy muy arrepentido de haberlo hecho... y sabiendo que lo que sea que seas, estas leyendo,
te dirijo a ti estas disculpas...
Todo comenzó cuando leí el creepypasta del "One man Hide and Seek". Me interesan mucho los creepypastas, aún siendo
un cobarde (aceptemoslo... un creepypasta a las 3 de la mañana, ni el más valiente se salva de un resquicio de paranoia),
soy un gran admirador de estas historias.
One man Hide and Seek es un ritual donde se invoca un espiritu y es ligado a una muñeca rellena con arroz, para jugar
al juego de las escondidas. Tras leer el procedimiento, tanta era mi curiosidad, que al día siguiente ya estaba haciendo
los preparativos. Arroz, hilo carmesí, inscienso, y otras cosas.
Llegado a las 3 de la mañana, con todas las luces apagadas, me acerqué a la muñeca (cuyo nombre era Soledad. Me pareció
un buen nombre, como ironía por el nombre del ritual). "Manuel es el primero", o sea yo. La lleve al baño como el ritual
decía, y la coloqué en la tina con agua... supuse que era para que no se escapara. La deje, y fui a mi cuarto el cual
aún tenía el olor del inscienso, el cual supuestamente purificaría mi pieza. Prendi la televisión. A mi pieza no
llegaba ningún canal de televisión, asi que se veía solo estática, sin volumen, puesto que no podía darme miedo sólo
comenzando el ritual.
Al cerrar los ojos para contar hasta 10, sentí mucho frío. Ya no sentía el olor a inscienso, pero ignoré todo esto. Era
mejor no asustarme. Al abrir los ojos, el televisor mostraba una imagen negra. Un punto blanco y casi imperceptible
estaba en el centro de la pantalla. Salí a buscar a Soledad al baño, pero estaba fuera de la tina. Una tristeza muy
profunda me invadió. Solo en ese punto me di cuenta de que el ritual era injusto para el espíritu, puesto que una vez
encontrada, debía decirle "Te encontré, Soledad" y apuñalarla, cuidando de no romper el hilo carmesí con la que la había
cosido y amarrado. En vez de eso, le dije "Te encontré soledad, lo siento mucho." Tomé la muñeca, y la apuñalé. Sentí
náuseas por lo que había hecho, y mucho más cuando la muñeca soltó un ruido extraño. No era un grito, pero sentí el
dolor de la puñalada que antes le había dado al escucharlo. Luego recordé que el arroz representaba las entrañas, y el
hilo las venas. Por triste, arrepentido y cagado de miedo que me sintiera, debía terminar el ritual.
Lo siguiente era esconderme. "Es el turno de Soledad". La deje en el piso, y corrí hacia mi cuarto, cerrando la puerta.
Hasta ahí estaba todo bien. Nada fuera de lo soportable por mi estabilidad mental. Comence a recordar, el ritual, pero
no me acordaba qué debía hacer cuando fuera mi turno. Unos pasos se escucharon por el pasillo. No podía creer lo que
escuchaba. Con cada paso, un pequeño quejido se escuchaba. Por debajo de mi puerta, gracias a la luz del televisor,
pude ver que un líquido se escurría. En silencio, me acerqué a ver. Era tan líquido como el agua, pero de color rojo...
Las lágrimas me caían solas de los ojos, mientras la imagen del cuchillo atravezando a Soledad pasaba por mi mente.
Decidido a terminar el ritual, vertí agua salada en mi boca, como decia el ritual. Salí de mi cuarto, y encontré a Soledad
tendida en el piso, bajo un charco de agua. Cerca suyo había un papel, que se habia mojado con la "sangre". La tomé en
mis brazos y le dije "Te encontré, Soledad... debo terminar esto, y dejarte descansar."
Justo donde la habia apuñalado, vertí el agua salada del vaso, y de mi boca. La muñeca lanzó un grito desgarrador, y al
mismo tiempo que yo saltaba hacia atras del miedo. La muñeca se puso de pie, me miró a los ojos y avanzó unos cuantos
pasos. "No puede estar pasando" me repetía en mi cabeza, cagadisimo de miedo. Grité "perdoname!!!" con lágrimas en los
ojos, cuando la muñeca se sentó y no se movió más.
Luego de secarla y quemarla, como decía el ritual, recordé el papel que había encontrado cerca de ella. Creo que lo
escribio con su sangre, porque no pude leer nada. Eran las 5 de la mañana. Luego de limpiar toda la sangre del piso,
las paredes y puertas, volví a mi cuarto para dormir (o almenos intentarlo). La televisión aun estaba encendida.
Habia vuelto la estática, pero entre los puntos blancos y negros, podía leer algo que se veía un tanto borroso.
Me acerqué a leerlo, y la pantalla de pronto cambió a negro, donde el mensaje se podía leer claro, con letras rojas:
"Aún si fuiste el único en disculparse, aún es mi turno de buscarte..."
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